viernes, 28 de enero de 2011

Si las comparaciones no fueran odiosas

Si no fueran odiosas, el mundo jamás se hubiera rendido a sus pies. Diana, Camilla, ahora Kate junto al príncipe Guillermo. La crónica cortesana se narra a pies de alcantarilla fluyendo en directo como aguas de cloaca recorriendo la subterránea intimidad de un barrio cualquiera. No hay más que encender la tele un rato. La cosa no es tanto hablar de ellas, como tensar el enfrentamiento o medirlas. Coronarlas o quemarlas.  Odiarlas o amarlas para siempre, aunque hayan sido lo que son: la Esteban, la Campanario, la Trapote. Ninguna se explica sin la otra, lo mismo que lo blanco no es blanco sin lo negro, obviamente. Si las comparaciones no fueran odiosas, no existiría la envidia femenina, lo que en el fondo no deja de ser un sentimiento secreto y profundo de admiración hacia la adversaria. Sí, es algo retorcido, pero qué le vamos a hacer. Una también es mujer.

lunes, 17 de enero de 2011

Si el loco del pueblo dejara de decir las cosas que dice

Si el loco del pueblo, ese que espera en bicicleta a la salida de los colegios, dejara de decir las cosas que dice a viva voz. Si una de tantas mañanas azules, el hombre que anda raro dejara de regalar a las señoras, una por una, las flores que roba en las iglesias. Si igualmente, una por una, dejara de estrechar las manos de los hombres con que se cruza a diario. Si dejara de ocupar su esquina y desapareciera -Dios no lo quiera-, fijo que cualquier cuerdo recién salido de la cola del Inem vendría a ocupar su defectuoso puesto con tal de que el engranaje siguiera adelante, con tal de darle sentido al desvarío. Si el loco del pueblo dejara de ser -también en Internet- portavoz de lo que todo el mundo piensa, pero que nadie dice, dejaría entonces de darle cuerda a la razón.

miércoles, 12 de enero de 2011

Si Robin Hood se presentara a las elecciones

Si Robin Hood se presentara a las elecciones, yo también lo votaría. Pero no por guapo, ni por listo, ni por bueno. Ni tan siquiera porque al final se queda con la chica. Lo votaría por no votar a ningún partido conocido, y también por ver en La Sexta cómo el ladrón de ladrones expropia a las ricas esposas de este país. Si Robin de los Bosques se presentara a las próximas, su equipo de campaña eliminaría la palabra "crisis" de los discursos para hacer diana en la burbuja del desánimo. Si la personificación del sentido común se presentara a las elecciones, lograría congregar los votos del interés individual.

miércoles, 5 de enero de 2011

Si los reyes existieran de verdad

Si los reyes existieran de verdad, mañana tendría un regalo sorpresa plantado a los pies de un hipotético abeto. Pero los reyes no existen, y, por buena que haya sido, tampoco de la Zarzuela harán esta noche reparto a domicilio. Es lo que tiene ser plebe: que somos muchos para un presupuesto ajustado al protocolo. En este país no tenemos reyes, pero sí monarcas, por eso subvencionamos entre todos el carbón. Si los reyes existieran de verdad -se me ocurre- esta noche doña Letizia no tendría que beberse la leche del camello.

lunes, 3 de enero de 2011

Si el Lazarillo tuviera derechos de autor

  
Si el Lazarillo tuviera derechos de autor, el pobre pícaro tendría al menos un nombre que echarse a la boca para maldecir su destino. ¿No es lo que hacen los hijos con sus padres? Desagradecidos los hijos, desafortunados los padres, ¿o es al revés? Al no darle ese derecho, el autor que no se atrevió a firmar su libro puso en manos del tiempo la crianza de su obra. Mientras las uvas del ciego envejecían con solera, los amos de medio pelo perdían capas y sombreros, de taberna en taberna, y así hasta nuestros días en que los viejos tesoros se conservan más allá de sospechosas autorías.