martes, 21 de diciembre de 2010

Si el público fuera menos exigente

Los niños grandes se han vuelto a reír de él. A eso han ido al cine, a reírse del payaso que durante tantos años decoró la oscuridad de sus dormitorios infantiles sin haber sido capaz de arrancarles una tibia sonrisa. Quizá por eso, porque nunca fue capaz de hacer bien su trabajo, uno de estos niños XXL, Alex de la Iglesia, lo ha sacado del cuadro descolorido para convertirlo en el protagonista de su última película, Balada triste de trompeta. Una fórmula intelectualmente lúdica para vengarse de la inutilidad del payaso, para recordar la España en blanco y negro, para reeditar al delirante Raphael, y, por supuesto, para rendir tributo al mal gusto ornamental de nuestros padres de antaño. Si el público fuera menos exigente, el payaso algún día empezaría a sonreír.

4 comentarios:

  1. No sé a quién se le ocurriría pensar que los payasos hacen reír cuando la verdad es que acojonan. Y tampoco entiendo que a MacDonalds no se le ocurra mejor cosa que elegir como mascota a uno de estos payasos siniestros. Al final le ponen en bandeja el personaje a los creadores del corto "Logorama".

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  2. Lo siento. Nunca me gustaron los payasos. Ese sadismo de los niños -y muchos mayores- riéndose cuando lleva un sopapo es algo que no entiendo.
    Pero en fin, así es el circo: payasos que viven de su tristeza, animales enjaulados...

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  3. San Ateo, hay payasos que asustan tanto como algunos niños. Aún así, Paseante, la película no está mal...

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  4. Es verdad que hay payasos que asustan.´
    Nada más que hay que mirar a los políticos.
    Besos, Liberta.

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